Hoy, por primera vez, me enteré de un plan en curso para crear un distrito de clubes nocturnos en el límite de mi barrio. Esta idea, defendida por Dylan Conley, presidente de la Junta de Licencias de nuestra Ciudad, y apoyada por un par de mis colegas, es preocupante por decir lo menos. Aún más decepcionante es el hecho de que mis vecinos y yo nos hemos quedado fuera de la conversación previa a los grandes anuncios durante el fin de semana y esta mañana.

Seguramente, el próximo Concejal del Distrito 10 (donde se está considerando este distrito) debería haber tenido algo que decir antes de que este tipo de propuesta se hiciera pública. Sin lugar a dudas, nuestras familias y propietarios de negocios a menudo se dan por sentados cuando se visualizan grandes desarrollos en nuestra comunidad.

Con demasiada frecuencia, el Southside se utiliza como vertedero de ideas que nadie más está dispuesto a albergar en sus propios patios traseros. Si bien los refugios para personas sin hogar, las agencias de servicios sociales y los centros de rehabilitación (solo por nombrar algunos) son inversiones que valen la pena, ¿por qué siempre es la comunidad de Southside la que tiene que comprometer la calidad de vida por un bien mejor?

Mis vecinos y familias merecen algo mejor que el trato que reciben con demasiada frecuencia. Esta idea, como tantas otras, devalúa nuestra voz y asume indiferencia. Espero aprender más sobre esta propuesta de distrito de clubes nocturnos en los próximos días y espero que mis electores estén formalmente invitados a la mesa.